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El puerto de Vigo, en España, se esfuerza por mantener activa la cadena de valor de la pesca en tiempos del COVID-19

Una nueva forma de hacer las cosas en el mayor puerto pesquero de Europa:

Prácticamente a diario, a las cuatro y media de la mañana mientras la mayoría de la gente aún duerme, el mayor puerto pesquero de Europa, en Vigo, España, está en plena actividad.

En época normal de operación, los gritos resuenan entre la multitud de trabajadores que descargan las cajas de pescado de los barcos atracados en los muelles. Llevan la amplia variedad de mercancías a una serie de salas de procesamiento in situ, donde se apilan las cajas. Trabajadores cualificados se afanan en sus puestos empuñando cuchillos afilados, con los que cortan y preparan con maestría filetes de pescado a una velocidad récord.

Y, a pesar de la oscuridad de la noche que arroja un manto de silencio sobre esta ciudad costera de Galicia, las amplias salas del puerto están llenas hasta los topes, transformadas en espacios donde retumba la algarabía de subastadores que compiten gritando en sus megáfonos. Cantan los precios en español y en gallego, tratando de atraer a los clientes para que compren el pescado apilado en embalajes a su alrededor. Sus palabras se pierden en la cacofonía de las ofertas que resuenan por los pasillos, mientras la multitud se abre paso entre las cajas repletas con las dádivas del mar.

En estos nuevos tiempos de la pandemia de COVID-19 y de la necesidad de distanciamiento físico, ¿qué sucede con esta colmena de actividad diaria – las imágenes, olores, sonidos y el bullicio incesante – del que es el mayor puerto pesquero de Europa?

España es uno de los países más afectados por la epidemia de COVID-19. También es el país que consume la mayor cantidad de pescado y marisco en Europa, con alrededor de 42,8 kg per cápita anuales.

Mantener la actividad

“Hemos adoptado, en la medida de lo posible, el teletrabajo… de esta manera, no hemos reducido el personal, aunque hemos limitado drásticamente su presencia en las instalaciones del puerto. Esto funciona razonablemente bien”, asegura Enrique López Veiga, Presidente de la Autoridad Portuaria de Vigo. “Hay muy pocos trabajadores presentes en las instalaciones –añade–, por lo que se cumplen los requisitos de distancia interpersonal. La higiene y la limpieza constante son también obligatorios (para cumplir con las nuevas regulaciones)”.

“El mayor desafío es mantener el puerto de Vigo plenamente operativo, en especial en lo que se refiere a la lonja de pescado fresco. Esta es una operación diaria, ya que el pescado congelado depende menos del día a día para su comercialización y almacenamiento.”

Los consumidores durante la crisis

Debido a las restricciones de movimientos, los clientes ya no van a los mercados y eso disminuye la demanda de pescado fresco, pero sobre todo de productos de precio elevado como mariscos y crustáceos. Son artículos que los consumidores abandonan rápidamente en tiempos de crisis”, explica López Veiga. “Esto resulta en una disminución general de los precios pagados a los productores, en especial en el sector de la pesca artesanal y en pequeña escala”.

“Aplaudimos los impresionantes esfuerzos de Vigo por mantener sus cadenas de suministro pesquero operativas en estos tiempos difíciles”, señala Audun Lem, Director General Adjunto del Departamento de Pesca y Acuicultura de la FAO. Añade que “las cadenas de valor de la pesca son muy largas, complejas e internacionales, incluso en tiempos normales. Apreciamos los esfuerzos extraordinarios realizados en todo el mundo durante la crisis actual para mantener activas las cadenas de suministro y asegurar que los productos pesqueros y marinos sanos, un componente clave de una dieta nutritiva, lleguen al consumidor final”.

Sostenible y solidario

Como ciudad defensora de la pesca en pequeña escala, Vigo se ha dedicado en los últimos años a innovar y promover su función de “Puerto Azul”, centrándose en la conservación del medio marino y mejorando al mismo tiempo las condiciones socioeconómicas y laborales de las personas cuyos medios de vida dependen del puerto y sus actividades.

Vigo se ha asociado con la FAO y otros puertos de todo el mundo para crear una red de Puertos Azules sostenibles, a fin de apoyarse mutuamente en el intercambio de información y en la capacitación internacional en ámbitos como las inspecciones pesqueras.

En la época del COVID-19, esta red y la colaboración de los puertos cuentan con el beneficio añadido de compartir experiencias en respuesta a la crisis y, eventualmente, en la recuperación una vez que la crisis se haya superado.

En medio de una crisis de esta magnitud, los problemas suelen parecer insuperables, por lo que la solidaridad y el sentido comunitario pueden ser cruciales para superar los retos que supone garantizar que la cadena alimentaria siga funcionando. Según López Veiga, el apoyo de la comunidad ha sido vital para que el puerto pueda llevar a cabo sus operaciones en estas difíciles semanas. “Con el paso del tiempo, las partes implicadas son cada vez más conscientes de la necesidad de autodisciplina y solidaridad. En ese sentido, en Vigo podemos estar orgullosos de cómo van las cosas en la comunidad portuaria, en un reflejo de lo que está ocurriendo en todo el país”.

La FAO está ayudando a los países en esta pandemia de COVID-19. Al aportar recomendaciones de políticas sobre diversas esferas relacionadas con la alimentación y la agricultura y ofrecer un portal para compartir las estrategias y políticas nacionales, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura se esfuerza en contribuir a que el impacto del COVID-19 en los sectores alimentario y agrícola no recaiga de manera única o irrevocable en los pobres y agrave la inseguridad alimentaria. La FAO se asegura de que sus voces se escuchen, y está al lado de los países en sus respuestas en estas circunstancias difíciles.

Artículo original: http://www.fao.org/fao-stories/article/es/c/1269531/

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