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¿Cómo nos puede ayudar la naturaleza cuando los aires acondicionados alimentan la crisis climática?

Aunque el verano en el hemisferio norte apenas tiene unos días, ya está resultando abrasador, con olas de calor que cubren países desde China hasta Estados Unidos.

A medida que el mercurio se dispara, los habitantes de esos lugares -y de muchos otros- recurren a los aparatos de aire acondicionado para mantenerse frescos. La ironía es que el uso generalizado de estos aparatos está provocando un aumento de las temperaturas y alimentando la crisis climática, que en 2100 podría dejar a tres cuartas partes de la población expuesta a periodos de calor y humedad potencialmente mortales.

La pregunta es: ¿pueden las ciudades adaptarse al aumento de las temperaturas sin recurrir al aire acondicionado?

Hablamos con Mark Radka, Jefe de la Subdivisión de Energía y Clima del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), sobre este dilema, y nos dice que algunas de las soluciones están en la naturaleza.

¿Cuánto más calurosas podrían ser las ciudades por el cambio climático?

Mark Radka (MR): En 2050, si seguimos por el mismo camino, cerca de 1.000 ciudades registrarán en verano temperaturas medias de 35ºC, casi el triple que las 350 ciudades que ya las registran. La población urbana expuesta a estas altas temperaturas aumentará un 800%, alcanzando los 1.600 millones a mediados de siglo.

Es evidente que el calor extremo puede ser mortal. ¿Pero, no podría también tener un efecto devastador en las economías?

MR: Sí. De hecho, según un informe reciente, en Dhaka, la capital de Bangladesh, el estrés térmico es responsable de una pérdida estimada del 8% del PIB de la ciudad, una cifra que aumentará con el calentamiento de las temperaturas.

¿Cómo contribuye el enfriamiento a la crisis climática?

MR: La refrigeración contribuye mucho al calentamiento global. Gran parte de los equipos de refrigeración actuales utilizan refrigerantes hidrofluorocarbonos (HFC), que son gases de efecto invernadero potentes y consumen mucha energía, lo que los convierte en una doble carga para el cambio climático. Incluso con la retirada progresiva de los hidrofluorocarbonos exigida por la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal, si todo sigue igual se prevé que las emisiones de la refrigeración y el aire acondicionado se dupliquen en 2030 y se tripliquen en 2050, pasando del 7% de las emisiones mundiales de GEI actuales. Ahora mismo, cuanto más enfriamos, más calentamos el planeta. Si queremos invertir las tendencias actuales, no podemos seguir enfriando el planeta como hasta ahora.

¿Cuánta energía se dedica finalmente a mantener frescos los edificios?

MR: Hoy sabemos que la demanda de refrigeración de espacios representa casi el 20% de la electricidad utilizada en los edificios y es el uso de energía que más rápido crece en los edificios de todo el mundo, pues se prevé que se triplique de aquí a 2050. Pero este consumo y crecimiento varía mucho de un país a otro y dentro de un mismo país. Estas diferencias entre países suelen estar relacionadas con la ubicación, las condiciones climáticas y los ingresos.

¿Cómo pueden los ayuntamientos reducir el coste medioambiental de la refrigeración?

MR: Las ciudades pueden ofrecer o incentivar muchas de las soluciones necesarias para hacer frente a la demanda de refrigeración, ya sea mediante la aplicación de normas urbanísticas, la introducción de la naturaleza en las ciudades, la construcción de viviendas sociales o la promoción de enfoques como la refrigeración urbana. En el PNUMA hemos elaborado un manual para que las ciudades hagan precisamente eso: Cómo combatir el calor: Manual de refrigeración sostenible para ciudades.

¿Cómo pueden ayudar las soluciones naturales a reducir el calor en las ciudades?

MR: Las soluciones basadas en la naturaleza aportan múltiples beneficios a las ciudades y serán fundamentales para que éstas se adapten al cambio climático. Al mantener frescas las ciudades, mitigan el efecto de isla de calor urbano, reducen la demanda de refrigeración y mejoran la resistencia de los ciudadanos al calor extremo.

¿Cuáles son las soluciones basadas en la naturaleza?

MR: La plantación y conservación de grandes extensiones de árboles y bosques en las ciudades puede enfriar considerablemente el entorno urbano al dar sombra a calles y edificios, potenciar la refrigeración por evaporación y reducir la temperatura del aire mediante la transpiración. En un día soleado normal, un solo árbol puede transpirar varios cientos de litros de agua, lo que representa un efecto refrigerante equivalente al de dos aparatos de aire acondicionado domésticos funcionando durante 24 horas. Las investigaciones han revelado que, en todo el mundo, invertir 100 millones de dólares anuales en árboles en las calles permitiría a 77 millones de personas reducir en 1 °C las temperaturas máximas en los días calurosos.

¿Pueden hacer algo más las ciudades?

La creación de masas de agua, como lagos, canales, estanques y humedales en zonas urbanas, puede tener un importante efecto refrigerante. El PNUMA y el Gobierno de la República Democrática Popular Lao trabajan actualmente en un proyecto importante de restauración de humedales en cuatro ciudades, del que se espera que se beneficie el 10% de toda la población.

Asimismo, el Consejo Nacional de Investigación de Canadá descubrió que los tejados verdes -en los que un tejado está total o parcialmente cubierto de vegetación- pueden reducir los costes de aire acondicionado en verano hasta en un 75%.

En cuanto a la refrigeración, ¿hacia dónde debe dirigirse el mundo?

Los beneficios para la refrigeración de las soluciones basadas en la naturaleza están bien documentados, pero deben comprenderse mejor y aprovecharse para aumentar su aplicación y provocar cambios a escala mundial.

El PNUMA está a la vanguardia del apoyo al objetivo del Acuerdo de París de mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de 2 °C, y aspirar a 1,5 °C, en comparación con los niveles preindustriales. Para conseguirlo, el PNUMA ha desarrollado una Solución de Seis Sectores, una hoja de ruta para reducir las emisiones en todos los sectores en línea con los compromisos del Acuerdo de París y en busca de la estabilidad climática. Los seis sectores identificados son: Energía; Industria; Agricultura y Alimentación; Bosques y Uso del Suelo; Transporte; y Edificios y Ciudades.

Fuente – PNUMA

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