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Día Mundial de los Océanos: El delfín que voló

La bióloga marina Raquel Gaspar recibió una llamada de emergencia: un delfín estaba en peligro, atrapado en el estuario del Sado, en su Portugal natal.

Los equipos de rescate acudieron al lugar y encontraron al delfín atascado en el lodo poco profundo. Su enorme tamaño y peso, aproximadamente equivalente al de un piano de cola, hacían imposible su transporte a través del agua. Raquel tomó una decisión sin precedentes: transportarlo en helicóptero.

El delfín varado recibió el nombre de ASA que en portugués significa «ala». Mientras el helicóptero planeaba sobre el agua y los rescatadores se esforzaban por atarlo a una cuerda que colgaba de su base, Asa empezó a volar.

El helicóptero de las Fuerzas Aéreas portuguesas atravesó casas y carreteras con paso inseguro al principio, pero cada vez con más ímpetu, en una carrera por devolver a Asa a sus aguas con vida.

Cuando aterrizó a salvo con un chapoteo, Raquel aprendió una importante lección. «Fue una decisión muy arriesgada arriesgar la vida de este delfín para elevarlo en el aire y sobrevolarlo unos kilómetros, pero funcionó», dice. «Y eso me dice que vale la pena arriesgarse cuando realmente creemos».

Como fundadora de Ocean Alive, la primera cooperativa portuguesa dedicada a la protección de los océanos, Raquel ha aplicado esta lección a su trabajo de defensa del medio marino.

Su causa son las praderas marinas, que tienen un enorme poder para combatir el cambio climático y, sí, para salvar a los delfines.

«La belleza del océano no son las ballenas y los delfines; la belleza del océano son los hábitats que ni siquiera conocemos pero que son la clave para mantener a las ballenas y los delfines», explica.

Los delfines comen presas que viven en las praderas marinas. Los delfines bien alimentados tienen más crías y más sanas. Eso hace que el cuidado de las praderas marinas sea crucial para el ecosistema marino.

Pero el impacto se extiende a todo el planeta. Las praderas marinas absorben 30 veces más carbono que los bosques, por lo que son una herramienta exponencialmente más eficaz para combatir el cambio climático que los árboles terrestres.

Guardianas del Mar

Consciente de este inmenso poder, Raquel se enfrentó al desalentador reto de cómo aprovecharlo por el bien de los estuarios donde viven los delfines. «Hay tantas cosas que afectan al océano: los astilleros, las industrias, las aguas residuales de tanta gente que vive en este estuario, los efluentes de la agricultura, de los arrozales», observa. «¿Cómo iba a hacerlo sola?».

La respuesta le llegó a Raquel un día que estaba en el estuario y se dio cuenta de que «los delfines y la comunidad pesquera tienen la misma necesidad: tener un bosque marino sano y extenso».

A través de Ocean Alive, Raquel empezó a reclutar a pescadoras locales para que actuaran como «Guardianas del Mar».

Una Guardiana del Mar, Sandra Lázaro, dice que su pasión por el cuidado del océano creció en alcance gracias a la iniciativa de Raquel. «Intento mostrar a la gente que hay praderas marinas y especies que hay que cuidar», dice Sandra. «Y hoy, a través de Ocean Alive, puedo hacerlo por el mundo».

Raquel asevera que la defensa de las Naciones Unidas es más que un eslogan. «Ahora estamos en el Decenio de las Naciones Unidas de la Restauración de los Ecosistemas y también del Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible», señala. «Y el trabajo que estamos haciendo aquí es vincular las comunidades y la restauración con la ciencia y la defensa».

Estas conmemoraciones, el día Mundial de los Océanos, ofrecen la oportunidad de llegar a todo el mundo. «Es realmente una oportunidad para nosotros de formar parte de todas estas redes internacionales de personas de todas partes que siguen este camino».

Puedes ver el mensaje del Secretario General de las Naciones Unidas aquí

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