Acojo con agrado la entrada en vigor hoy del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, el primer tratado multilateral de desarme nuclear en más de dos décadas.
El Tratado es un paso importante hacia el objetivo de un mundo libre de armas nucleares y una firme demostración de apoyo a los enfoques multilaterales del desarme nuclear.
Felicito a los Estados que han ratificado el Tratado y acojo con satisfacción el papel decisivo de la sociedad civil en el avance de las negociaciones y la entrada en vigor de este instrumento.
Los supervivientes de las explosiones y los ensayos nucleares han ofrecido un testimonio trágico y se han convertido en la fuerza moral del Tratado. La entrada en vigor del Tratado es un tributo a los esfuerzos de promoción inquebrantables de esas personas.
Me ilusiona asumir las funciones que me encomienda el Tratado, incluso en la preparación de la Primera Reunión de los Estados Partes.
Las armas nucleares constituyen una amenaza creciente y el mundo debe adoptar medidas urgentes para eliminarlas y evitar las consecuencias catastróficas de su uso para la humanidad y el medio ambiente.
La eliminación de las armas nucleares sigue siendo la máxima prioridad de las Naciones Unidas en la esfera del desarme.
Exhorto a todos los Estados a que colaboren para hacer realidad esta ambición de promover la seguridad común y colectiva.
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