Los sistemas que permiten que haya alimentos en nuestra mesa tienen un profundo impacto en nuestra economía, nuestra salud y el medio ambiente.
Los sistemas alimentarios son una de las principales razones por las que no estamos consiguiendo mantenernos dentro de los límites ecológicos de nuestro planeta.
Pero también pueden ser la clave para hacer frente a la crisis climática, abordar la creciente pérdida de biodiversidad y construir sociedades más sanas.
Este año, la pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la fragilidad de nuestros sistemas alimentarios.
Hay más millones de personas que pasan hambre y se han perdido millones de empleos.
Entretanto, la emergencia climática se intensifica con rapidez.
Para abordar estas cuestiones, me propongo convocar una cumbre sobre sistemas alimentarios el próximo año.
Será una “cumbre de los pueblos” y una “cumbre de soluciones”.
Esta conversación orientada a la acción tomará cuerpo en dos momentos clave.
El primero será una reunión previa a la cumbre, que tendrá lugar en Roma a principios de verano del próximo año.
Esta reunión se basará en diálogos nacionales y regionales inclusivos y definirá medidas audaces para lograr unos sistemas alimentarios inclusivos y sostenibles.
El segundo será la propia cumbre sobre sistemas alimentarios, destinada a llamar la atención de todos los líderes mundiales sobre este tema.
Necesitamos un compromiso y una acción a nivel mundial para lograr unos sistemas alimentarios inclusivos y sostenibles.
Insto a todas y todos a que se sumen a la conversación.
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