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Día mundial del Refugiado: Niños que hablan de la guerra

 

La invasión a gran escala de Rusia de Ucrania en 2022 provocó la crisis de desplazamiento más rápida, y una de las más grandes, desde la Segunda Guerra Mundial.

Desde entonces, más de 8 millones de personas han huido a países vecinos y 5,4 millones de ucranianos se han convertido en desplazados internos. Además, más de la mitad de los niños se han visto obligados a abandonar sus hogares. Son cifras oficiales de la ONU.

En el día Mundial del Refugiado recordamos con Elena cómo empezó todo. Desplazada hasta en dos ocasiones, viajó a Valencia, España, con su hija Polina pero no pudo soportar el dolor de la distancia.

 

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Son las 8:30 de la tarde en Obujiv, al sur de Kyiv. El ejército de Rusia ataca el norte del país. Las salidas de la capital de Ucrania se empiezan a bloquear, solo el sur es seguro. En un motel de carretera se alojan personas que huyen, periodistas narrando la tragedia, trabajadores perdidos, niños que juegan conscientes de que algo no va bien y humanitarios que aterrizan.

Así, Helena y su hija Polina emprendieron la huida. Primero al Oeste y después a Valencia. Aplastadas por una tristeza profunda, pasaron meses intentando vivir lejos de la guerra. El desarraigo, alejadas del padre y marido, fue difícil de asumir.

Polina jugaba con Alberto. No hablaban el mismo idioma pero pescaban renacuajos en un río de la Comunidad Valenciana. Alberto aprendió a decir Paka Paka y Polina podía ser niña. Eran niños que hablaban de la guerra. El conflicto les afectó, evidentemente, de forma distinta.

Los ucranianos tienen todas las esferas de su vida rotas. Casi 10 millones de personas, entre ellas 7,8 millones de niños, corren el riesgo de sufrir un trastorno de estrés postraumático agudo.

Alberto solo recuerda el miedo por las ausencias de su madre. Hasta 12 trabajadores de los medios de comunicación, tanto locales como internacionales, han sido asesinados desde el comienzo de la invasión a gran escala.

Su amistad sigue. “Polina está en Kyiv, la echo de menos”, repite Alberto.

Aunque tras varios meses volvieron a Kyiv, Polina y Elena piensan en volver a escapar aunque sea solo por unos meses.

¿Cómo estás?

Bien, hay todos los días ataques. Todas las noches dormimos en el pasillo. Todos los días temo por mi vida y la vida de todos mis familiares. Me siento mejor que fuera del país, aunque pueda sonar raro.

¿Qué sientes cada vez que dejas tu casa?

Me pongo nerviosa porque dejo a mi marido, a mis familiares y este sentimiento no me deja ni en un solo momento por eso volvemos siempre.

Hemos salido de Ucrania dos veces y siempre retornamos porque no podemos estar sin mi familia. No estoy segura si es lo correcto pero es mi decisión. Sé que aquí nuestra vida corre peligro pero hay que entender que a veces las decisiones pueden ser duras. Es la decisión más dura de mi vida.

¿Cómo te recibió España?

Hablo el español y me gusta la gente, es muy abierta y sincera así que entendí que hice bien escogiendo España aunque nunca hemos recibido ayuda del gobierno. Guardo buen recuerdo, en aquel tiempo la gente me ayudó muchísimo.

Desplazada interna, refugiada y vuelta a Kyiv ¿Cómo lo vive tu familia?

Sobrevivimos y no lo puedo llamar de otra forma. Aunque en Kyiv la situación es más estable intentamos eso, VIVIR.

 

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