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3 mitos que desmentir de la COVID

Escrito por Mandeep Dhaliwal, directora de programas de VIH, salud y desarrollo del PNUD.

Se cumplen tres años desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la COVID-19 como pandemia. Tres años después, el mundo sigue esforzándose para responder a esta amenaza que persiste junto con otras crisis relacionadas, a pesar de que existen claras vías de intervención derivadas de décadas de aprendizajes de las respuestas contra epidemias.

El mundo sigue, desafortunadamente, poco preparado: sin la capacidad para responder adecuadamente a una crisis sanitaria de esta magnitud, sin la preparación para enfrentar otras crisis, tanto actuales como futuras, y sin las herramientas para restablecer el progreso hacia la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el compromiso de no dejar a nadie atrás.

Mito #1: la COVID-19 se ha terminado

La pandemia sigue cobrándose vidas: desde principios de 2020, es la quinta causa de muerte en el mundo, y podría considerarse la tercera si se toman en cuenta las muertes no reportadas. En los últimos doce meses, el mundo acumuló un exceso de mortalidad estimada en 4 millones de fallecimientos, la mayoría en los países de ingreso medio-bajo.

La amenaza de nuevas variantes y olas de contagio no ha disminuido, como tampoco lo ha hecho la gravedad potencial de dichas variantes. La persistente desigualdad en materia de vacunación agrava los lamentables resultados sanitarios, socava las perspectivas de una recuperación justa y reduce la esperanza de que la próxima vez sea diferente.

Solo una de cada tres personas en los países de bajos ingresos ha recibido al menos una dosis de la vacuna contra la COVID-19, mientras que los habitantes de los países de altos ingresos están teniendo acceso a múltiple vacunación de refuerzo. Este tipo de disparidades contribuyen a un mundo en el que el número de muertes por la COVID-19 ha sido cuatro veces mayor en los países de renta baja que en los de renta alta.

La COVID-19 sigue cobrándose vidas en todo el mundo, mientras otras nuevas variantes están surgiento y solo un tercio en los países de bajos ingresos han recibido al menos una dosis de la vacuna. Con todo, el mundo todavía no está a salvo.

No se están abordando las consecuencias y los riesgos a largo plazo del virus. Se calcula que al menos 65 millones de personas en todo el mundo padecen de la COVID-19 de larga duración. Los casos aumentan cada día a medida que los científicos siguen descubriendo más vínculos con el aumento de los riesgos para la salud; es preciso comprender el impacto socioeconómico de esta enfermedad y es necesario lograr avances en el tratamiento.

Hay más de un tipo de COVID-19 de larga duración que requiere nuestra atención: los efectos socioeconómicos en cadena que siguen afectando a los más rezagados.

La brecha de género en la precariedad alimentaria se duplicó con creces entre 2019 y 2021. Las generaciones más jóvenes se han visto afectadas por una serie de problemas relacionados con el virus y deben hacer frente a mayores riesgos sociales, económicos y sanitarios debidos, en parte, a las interrupciones escolares.

Mito #2: la prevención y preparación ante una pandemia desvía recursos destinados a otras prioridades

La prevención de pandemias no desvía recursos, sino nuestra incapacidad para prevenirlas y prepararnos frente a ellas. Se estima que la COVID-19 le costará a la economía mundial 12,5 billones de dólares de los Estados Unidos (USD) hasta 2024, cientos de veces más de lo que hubiera costado invertir en medidas preventivas.

El riesgo de sufrir otra pandemia aumenta en un 2 % cada año, y esto se ve exacerbado por la aceleración de la emergencia climática. Los recientes repuntes de la polio y la viruela símica -otras dos emergencias de salud pública de interés internacional- y la evolución de la gripe aviar H5N1 representan solo una parte de esta amenaza. La falta de inversión en prevención y preparación, la saturación de los sistemas sanitarios, el cansancio provocado por la COVID-19 y la precipitación por declarar la victoria sobre esta pandemia significan que estamos más vulnerables que nunca a otra pandemia.

El cambio climático, los sistemas sanitarios saturados y los aumentos repentinos de otras emergencias de salud, nos encontramos más vulnerables que nunca a sufrir otra pandemia.

Mito #3: más compromisos bastarían para resolver esta crisis

La pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de los sistemas existentes y su incapacidad para proteger de forma adecuada y equitativa. La falta de programas inclusivos de protección social, la reducción del espacio de participación ciudadana, las desigualdades entre y dentro de los países, y otros problemas sistémicos han contribuido a unos resultados desiguales que siguen amenazando vidas, medios de subsistencia y el progreso del desarrollo.

La salud está en peligro, ya que solo en uno de cada tres países -la mayoría de ellos de ingresos altos- se espera que aumente significativamente el gasto en el sector salud con respecto a los niveles anteriores a la COVID-19 de aquí al 2027. Entre 2022 y 2026, se calcula que los países en vías de desarrollo tendrán una demanda de financiamiento por 2,5 billones de USD, y si estas necesidades no se satisfacen, las crisis de deuda consiguientes podrían aumentar la pobreza al tiempo que obstaculizarían los esfuerzos de recuperación.

La pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de los sistemas existentes y su incapacidad para proteger de forma adecuada y equitativa. La falta de programas inclusivos de protección social, la reducción del espacio de participación ciudadana, las desigualdades entre y dentro de los países, y otros problemas sistémicos han contribuido a unos resultados desiguales que siguen amenazando vidas, medios de subsistencia y el progreso del desarrollo.

Con la próxima Reunión de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la cobertura sanitaria universal tenemos una oportunidad única para vincular la preparación y respuesta ante pandemias, así como para lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 sobre salud y bienestar.

La COVID-19 puso y sigue poniendo de manifiesto nuestra peligrosa falta de preparación.

Tres años después de la llegada de la pandemia, y ante la acumulación de otras amenazas y riesgos, debemos trazar un rumbo diferente invirtiendo en soluciones innovadoras que prioricen la equidad y el acceso a la sanidad para no dejar a nadie atrás.

© 2023 United Nations Development Programme

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