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Día de la Cero Discriminación

Por Raquel Ayllón

Han pasado ya casi cuatro décadas desde que el 5 de junio de 1981, fueron diagnosticados los primeros cinco casos del mundo en Los Ángeles, EEUU de lo que un año más tarde ya se conocería como “SIDA”. Apenas habían pasado unos meses cuando en octubre de ese mismo año se dió el primer caso en España, en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. A día de hoy aún quedan muchas preguntas sin resolver como quién fue el paciente cero o cómo llegó el virus a expandirse por el todo el mundo hasta afectar a millones y millones de personas. Desde entonces y de acuerdo con datos publicados por ONU sida, 74,9 millones de personas han contraído la infección por el VIH desde el comienzo de la epidemia y 32,0 millones de personas han fallecido a causa de enfermedades relacionadas con el sida.

Durante los primeros años la prensa favoreció la instauración de un alarmismo creciente entre la población con titulares que referían a la enfermedad como “muerte», «plaga”, “peste del siglo XX” o “lacra social”, lo que incitó a la discriminación de los enfermos hasta prácticamente convertirse en “intocables”. Sin embargo, la información sobre medidas preventivas era más bien escasa. El sida se convirtió en una enfermedad moral con una causa socialmente identificable, que guardaba una estrecha relación con los hábitos y las costumbres de quiénes la padecían.

Padecer el sida a principios de los ochenta en España  te convertía inmediatamente en un apestado. Estabas condenado a morir, y a escondidas. La enfermedad se ocultaba, se marginaba y se estigmatizaba hasta extremamente. En este contexto, el 2 de diciembre de 1992 el artista Pepe Espaliú, no solo reveló en un artículo para El País que padecía sida, sino que, con motivo del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, fue portado por parejas desde el Congreso de Diputados al Museo Reina Sofía, entre ellos Carmen Romero, la esposa del presidente del Gobierno Felipe González, el cineasta Pedro Almodóvar o la actriz Marisa Paredes. Al día siguiente los titulares eran claros: Carmen Romero con los enfermos de sida.

Jaime Gil de Biedma, uno de los poetas españoles del siglo XX que componen la Generación del 50, también fue víctima del sida. Falleció en 1990 a los 61 años. La suya fue una de las primeras vidas que se quitó el sida España. Su historia fue llevada al cine de la mano de Jordi Mollá en El cónsul de Sodoma más tarde en 2009.
No solo en España pero en el mundo entero, cada vez eran más las vidas que esta enfermedad se cobraba. En Estados Unidos, si la irrupción de Freddie Mercury conmocionó al mundo por su portentosa voz y su genial show al frente de Queen, en 1991 lo hizo por otro motivo. El 24 de noviembre falleció, aunque el cantante supo que era seropositivo siete años antes. Junto a Rock Hudson y Magic Johnson, Freddie Mercury ha sido la cara más reconocida de la enfermedad de la historia.

Pero sin duda, uno de los momentos que marcó un antes y un después a nivel global en la lucha contra la desestigmatización del sida, fue el día que la princesa Diana de Gales tendió su mano a un enfermo en un hospital de Londres en 1987. Lo hizo sin guantes, desafiando públicamente la noción de que el sida podría contagiarse simplemente por el tacto. La imagen dio la vuelta al mundo.

Casi cuarenta años más tarde, el panorama médico es totalmente distinto gracias a la lucha de diversos factores y la muerte ha dejado de ser un desenlace inevitable. Sin embargo, los estigmas contra aquellas personas que padecen sida siguen presentes. Según datos de la encuesta “¿Ha dejado el VIH de ser un problema?”, realizada en 2018 por la Asociación Internacional de Proveedores de Cuidado del Sida, un 28 por ciento de españoles no se siente cómodo trabajando con una persona infectada por el VIH, y El 35 por ciento sigue pensando que es posible contraer el virus al compartir un cepillo de dientes. El 35 por ciento sigue pensando que es posible contraer el virus al compartir un cepillo de dientes. Hasta un 47 % considera que una persona con este virus no debería trabajar en hospitales o residencias para la tercera edad, y el 46 por ciento que no deberían ejercer como profesionales sanitarios y en caso de la media europea este porcentaje se eleva al 70 por ciento. Un 55 por ciento expresa que, en caso de estar solteros, no se sentirían cómodos saliendo con alguien infectado por el virus.

Estos datos suenan contradictorios cuando al mismo tiempo, estudios muestran que especialmente los jóvenes están bajando la guardia ante el VIH-sida y que el uso de preservativos como medio de prevención contra el sida y otras ETS ha disminuido. La población está concienciada, pero en ciertos colectivos, el hecho de que la enfermedad haya pasado de ser mortal a ser crónica y el hecho de disponer de un tratamiento muy eficaz y tolerado, ha llevado a bajar la prevención.

Desde UNRIC, queremos recordar que el Día Mundial de la Cero Discriminación no tiene que ver exclusivamente con el VIH o aspectos referentes a la salud, pero sí que es un aspecto en el que es necesario seguir haciendo hincapié con motivo de este día, ya que la discriminación y la desigualdad de género continúan siendo una enorme barrera para las mujeres y las niñas, generando un gran impacto en la respuesta al sida.

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