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António Guterres: Se está socavando la acción para el clima.

U N I T E D   N A T I O N S                                                     N A T I O N S   U N I E S

 

EL SECRETARIO GENERAL

DECLARACIONES A LA PRENSA SOBRE EL CLIMA

 

Nueva York, 15 de junio de 2023, 12.40 horas

 

Buenas tardes.

Acabo de reunirme con un grupo de líderes climáticos de la sociedad civil procedentes de todo el mundo.

Estamos a unos meses de la Cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Cumbre sobre la Ambición Climática, a las que les seguirá poco después el 28º período de sesiones de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Me preocupa mucho la situación del mundo en lo que respecta al clima.

Los países están muy lejos de cumplir sus promesas y compromisos climáticos.

Veo falta de ambición. Falta de confianza. Falta de apoyo. Falta de cooperación. Y un sinfín de problemas en materia de claridad y credibilidad.

Se está socavando la acción para el clima.

En un momento en el que deberíamos estar acelerando, estamos retrocediendo.

Cuando deberíamos estar colmando lagunas, las lagunas crecen.

Mientras tanto, los derechos humanos de los activistas climáticos están viéndose pisoteados.

Son las personas más vulnerables quienes más sufren.

Las políticas actuales están provocando un aumento de la temperatura del planeta de 2,8 grados para finales de siglo.

Eso sería una catástrofe.

Así y todo, la respuesta colectiva sigue siendo lamentable.

Nos estamos precipitando hacia el desastre, con los ojos bien abiertos, con demasiadas personas dispuestas a arriesgarlo todo apostando a vanas ilusiones, a tecnologías cuya eficacia no ha sido demostrada y a soluciones milagrosas.

Es hora de despertar y encarar la realidad.

Es hora de restablecer la confianza mediante la justicia climática.

Es hora de acelerar la transición justa hacia una economía verde.

Todavía es posible limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados Celsius.

Pero para lograrlo debemos reducir las emisiones de carbono en un 45 % de aquí a 2030.

Para ayudarnos en este camino, he propuesto un Pacto de Solidaridad Climática, en virtud del cual todos los grandes emisores realizarán esfuerzos adicionales para reducir las emisiones; y los países más ricos prestarán apoyo a las economías emergentes para que también lo hagan.

He presentado una Agenda de Aceleración para potenciar estos esfuerzos.

Insto a los Gobiernos a que lo hagan realidad:

Acelerando los plazos para alcanzar el objetivo de emisiones netas cero, de modo que los países desarrollados se comprometan a alcanzarlo lo más cerca posible de 2040 y las economías emergentes lo más cerca posible de 2050.

Los países desarrollados deben cumplir sus compromisos en materia de financiación, adaptación y pérdidas y daños.

También deben presionar a los bancos multilaterales de desarrollo para que adapten sus modelos de negocio, sus competencias y sus enfoques del riesgo, y para que movilicen un volumen mucho mayor de financiación privada a un costo razonable para los países en desarrollo, de modo que pueda producirse un aumento masivo de la inversión en energías renovables.

Esa inversión es lo único que permitirá alcanzar la seguridad energética mundial independientemente de las impredecibles fluctuaciones que registran actualmente los mercados.

En todos los países, sin excepción, deben escucharse las voces de la sociedad civil.

Esta debe ocupar un lugar en la mesa ayudando a definir la política, y sobre el terreno ayudando a conseguir el cambio.

Toda esta acción debe ser global.

Debe ser inmediata.

Y debe empezar por el corazón contaminado de la crisis climática: la industria de los combustibles fósiles.

Afrontemos la realidad.

El problema no son solo las emisiones de combustibles fósiles.

Son los combustibles fósiles, y punto.

La solución es obvia:

El mundo debe eliminar progresivamente los combustibles fósiles, de manera justa y equitativa, dejando el petróleo, el carbón y el gas bajo tierra, donde deben estar, e impulsando decisivamente las inversiones en energías renovables.

Los planes de transición de la industria de los combustibles fósiles deben ser planes de transformación, que marquen el giro de las empresas hacia la energía limpia y su alejamiento de un producto incompatible con la supervivencia humana.

De lo contrario, no son más que propuestas para volverse destructores más eficientes del planeta.

Por supuesto, las transformaciones no se producen de la noche a la mañana.

Los planes de transición sirven precisamente para guiar un proceso gestionado y ordenado que garantice la asequibilidad, el acceso y la seguridad energética.

¿Qué debemos hacer para llegar a ese punto?

Nuestra Agenda de Aceleración insta a los Gobiernos a:

Comprometerse a no utilizar más carbón.

Prescindir progresivamente del carbón: para 2030 en el caso de los países de la OCDE y 2040 para todos los demás.

Poner fin a toda financiación internacional del carbón, tanto pública como privada.

Poner fin a la concesión de licencias o a la financiación de nuevos yacimientos de petróleo y gas.

Detener la expansión de las reservas de petróleo y gas existentes, y apoyar la transición justa de los países en desarrollo afectados.

Garantizar la generación de electricidad con emisiones netas cero para 2035 en todas las economías desarrolladas y en 2040 en el resto del mundo.

Pasar de las subvenciones a los combustibles fósiles a las subvenciones a las energías renovables y a una transición energética justa.

Poner un precio al carbono.

Establecer la eliminación progresiva a escala mundial de la producción de petróleo y gas compatible con unas emisiones mundiales netas cero para 2050.

Pero la industria de los combustibles fósiles y quienes la propician tienen una responsabilidad especial.

El año pasado, la industria del petróleo y del gas obtuvo un beneficio neto inesperado récord de 4 billones de dólares.

No obstante ello, por cada dólar gastado en la perforación y exploración de yacimientos de petróleo y gas, solo se destinaron 4 céntimos a la energía limpia y a la captura de carbono… combinadas.

Vender el futuro por treinta monedas de plata es inmoral.

El mundo necesita que la industria destine sus ingentes recursos a impulsar, y no a obstruir, la transición mundial de los combustibles fósiles a las energías renovables para poder cosechar los beneficios.

Sin embargo, ahora mismo la industria ni siquiera está alcanzando los bajísimos objetivos de reducción de emisiones operativas que se ha fijado.

Muchos van atrasados y la mayoría dependen de dudosas contrapartidas.

Hago un llamamiento a todas las empresas de combustibles fósiles para que presenten nuevos planes de transición creíbles, exhaustivos y detallados, que cumplan plenamente todas las recomendaciones formuladas por mi Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre compromisos netos cero.

Estos planes deben abarcar todas las actividades, a lo largo de toda la cadena de valor.

Deben incluir la reducción de las emisiones procedentes de la producción, la transformación, la transmisión, el refinado, la distribución y el uso.

Deben establecer objetivos claros y a corto plazo que establezcan la transición de las empresas hacia la energía limpia.

Las empresas de combustibles fósiles también deben desistir de recurrir al tráfico de influencias y a las amenazas legales destinadas a frenar el progreso.

Me refiero en particular a los intentos que se han realizado recientemente para subvertir las alianzas para emisiones cero invocando la legislación antimonopolio.

El papel de los Gobiernos es fundamental para poner las cosas en su sitio. Deben tranquilizar y aclarar que:

La acción climática colectiva no viola las leyes antimonopolio, sino que respeta la confianza pública.

Por su parte, las instituciones financieras deben alentar esta transformación de la industria de los combustibles fósiles.

Insto a todas las instituciones financieras a que presenten planes públicos, creíbles y detallados para dejar de financiar combustibles fósiles a favor de energías limpias.

Una vez más, repito que sabemos que esta transición no se producirá de la noche a la mañana.

Estos planes deben contener objetivos claros para 2025 y 2030.

Deben incluir una estrategia explícita para eliminar progresivamente los activos de combustibles fósiles de sus carteras a fin de transmitir credibilidad en cuanto al logro de las emisiones netas cero.

Deben mostrar cómo los gastos de capital, la investigación y el desarrollo y las inversiones se ajustan a los objetivos de emisiones netas cero.

Deben hacer pública toda participación en grupos de presión y en la política.

Las instituciones financieras de todo el mundo deben poner fin a los préstamos, los seguros y las inversiones en carbón sea donde sea, incluidas las nuevas infraestructuras de carbón, las centrales eléctricas y las minas.

Deben comprometerse a dejar de financiar la exploración de nuevos yacimientos de petróleo y gas y la expansión de las reservas de petróleo y gas, y a invertir en cambio en la transición justa en el mundo en desarrollo.

Para las instituciones financieras que ya están pasando de los combustibles fósiles a las energías renovables, tengo un mensaje especial de esperanza y aliento:

No cejen ante los ataques al progreso.

Están haciendo lo correcto.

Continúen.

Como ha quedado claro en la conversación que mantuve hoy con los líderes de la sociedad civil, hay demasiado en juego para que nos quedemos callados.

Hay demasiado en juego para que nos quedemos al margen.

Ha llegado el momento de la ambición y la acción.

Estoy deseando dar la bienvenida a los primeros impulsores y principales actores en mi Cumbre sobre la Ambición Climática, que se celebrará en septiembre.

El mundo nos observa y el planeta no puede esperar.

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