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Javier Pérez de Cuéllar cumple 100 años

Por Carlos Jiménez Rengifo

Tal vez la Humanidad se perdió a un gran pianista… Pero la Historia ganó un gran diplomático que hizo enormes contribuciones a la paz en el mundo.

Siempre dijo que su pasión era la música y que le hubiese gustado haber sido un concertista de piano, pero en su país, el Perú, en “su” época, “eso era algo a lo que solo se dedicaban las niñas…”

Este domingo, el Embajador (como a él le gusta que le llamen) Javier Pérez de Cuéllar cumple 100 años y, por lo tanto, esta sigue siendo “su” época.

Fue Secretario General de las Naciones Unidas entre 1981 y 1991, y ejerció su puesto hasta el último minuto: en la medianoche del 31 de diciembre de 1991, su último día como Secretario General, Javier Pérez de Cuéllar firmaba el documento que iniciaba el acuerdo para poner fin a la guerra de 12 años en El Salvador. Fue un momento histórico, no solo por el efecto que tuvo para todo un continente, sino que era también el primer acto de mediación de las Naciones Unidas en un conflicto interno. Pero solo fue el último (cronológicamente hablando) de una serie de extraordinarios logros de paz, que caracterizó su mandato y no tuvo parangón ni antes ni después…

Pérez de Cuéllar no era ajeno al mundo de la ONU cuando llegó al máximo cargo de  la Secretaria. Había sido antes Embajador del Perú ante la Organización y había desempeñado también el cargo de Secretario General Adjunto para Asuntos Políticos. Cuando fue nombrado Secretario General, el mundo era  bipolar, estaba dividido en dos bandos afines al capitalismo o al comunismo, que mantenían un fino y frágil equilibro denominado Guerra Fría.

En ese clima, a Pérez de Cuéllar le tocó lidiar en diversos conflictos internacionales como el enfrentamiento entre la Argentina y el Reino Unido en la Guerra de las Malvinas, la guerra entre Irán e Irak, el conflicto de Afganistán y el del Sáhara Occidental; su aportación fue fundamental para poner fin a conflictos como los que se vivían en Angola y Camboya; y cabe destacar especialmente que contribuyó a lograr la independencia de Namibia y preparó el terreno para el fin del Apartheid en Sudáfrica.

Practicó y garantizó la imparcialidad como líder a la cabeza de una ONU siempre presionada para dar respuestas a los retos más difíciles de la Humanidad.

Si de algo estaba orgulloso (aunque era una persona que no conocía la arrogancia) era de su capacidad para encontrar el momento más oportuno de ser paciente y sereno cuando había que serlo. Nunca nadie le vio perder los papeles ni la prudencia.

Javier Pérez de Cuellar y su mujer
Javier Pérez de Cuellar y su mujer Marcela Temple

Junto a su mujer, Marcela Temple, crearon unas condiciones de calidez, empatía y cordialidad que fueron decisivas para generar la confianza y facilitar el clima propicio para limar asperezas. No solo su despacho en el piso 38 del edificio de la ONU en la Primera Avenida en Nueva York, sino también su hogar, la residencia oficial de Sutton Place, fueron escenarios hospitalarios de encuentros históricos que tuvieron consecuencias políticas favorables en ese periodo de la Historia.

Este año que la ONU cumple 75 años y el que fuera su quinto Secretario General cumple 100, tenemos un recuerdo nostálgico y afectuoso para con don Javier. Le deseamos salud, el cariño de su familia, de sus hijos, sus nietos, sus amigos, sus colegas diplomáticos y que disfrute de la admiración y gratitud que se le profesa en muchos rincones de nuestro mundo.

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