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Mensaje del Secretario General con ocasión del Día Internacional para la Conmemoración y Dignificación de las Víctimas del Crimen de Genocidio

Hoy recordamos a las víctimas del horrendo crimen de genocidio y les rendimos homenaje. También reflexionamos sobre qué más podemos hacer para cumplir las responsabilidades establecidas en la Convención sobre el Genocidio.

Con demasiada frecuencia, el mundo ha fallado a las poblaciones amenazadas por el genocidio, los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y la depuración étnica. Los ejemplos son muchos, y los conocemos bien, pero siguen siendo, incluso hoy en día, un flagelo que causa gran sufrimiento. Y los efectos devastadores en las víctimas, las comunidades y la sociedad en su conjunto pueden tardar generaciones en superarse y curarse.

Actuar rápidamente ante los primeros indicios e invertir en la prevención temprana puede salvar vidas e impedir los intentos de destruir grupos vulnerables, en su totalidad o en parte. Cuando vemos que determinadas personas son objeto de una discriminación sistemática o se convierten en víctimas de la violencia simplemente por ser quienes son, por su identidad, debemos actuar, para defender tanto a quienes corren peligro inminente como a quienes podrían correrlo más adelante. Promoviendo una cultura de paz y no violencia que entrañe el respeto de la diversidad y la no discriminación, podemos forjar sociedades resilientes al riesgo de genocidio.

El imperativo de prevenir el genocidio no es solo moral; es una obligación jurídica establecida en el Artículo I de la Convención. De hecho, la obligación primordial de prevenir el genocidio recae en los Estados. Felicito a Turkmenistán, Dominica y Mauricio por responder a mi llamamiento del año pasado en favor de la ratificación universal de la Convención sobre el Genocidio. Insto a los 42 Estados que aún no han ratificado la Convención a que lo hagan con carácter prioritario.

La sociedad civil, los líderes religiosos, los medios de comunicación y los docentes desempeñan un papel importante. Este año puse en marcha dos iniciativas: la Estrategia y Plan de Acción de las Naciones Unidas sobre el Discurso de Odio y el Plan de Acción para la Protección de los Lugares Religiosos, que tienen por objeto galvanizar nuestra labor y alentar las contribuciones de esos asociados, trabajando de consuno con los Estados.

Invertir en la prevención es especialmente urgente hoy en día. En todo el mundo observamos un aumento alarmante de la xenofobia, el racismo, el antisemitismo, el odio contra los musulmanes y los ataques contra los cristianos, a menudo impulsados por ideologías nacionalistas y populistas. En este día es importante reconocer que el Holocausto no comenzó con las cámaras de gas, ni los genocidios de Rwanda, Srebrenica o Camboya con los asesinatos masivos. A todos ellos precedieron la discriminación, el discurso de odio, la incitación a la violencia y la deshumanización del “otro”.

Rindamos homenaje a las víctimas de este crimen atroz recordando su sufrimiento y volviendo a comprometernos en pro de la igualdad y la prevención, no solo en nuestras palabras sino también en nuestros actos.

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