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Palestina, Siria, Ucrania: la vida de Marsel, el hijo de las guerras

Marsel tiene raíces en tres países, Palestina, Siria y Ucrania. Durante tres generaciones, su familia ha estado huyendo de las guerras. Su última parada: París.

Como muchos sirios, Marsel llegó en 2016 a Francia cinco años después de que comenzara la guerra. No a pie, ni en embarcaciones improvisadas, sino en avión, directo desde el Líbano, gracias a su pasaporte ucraniano. “Mi familia viene de tres países diferentes y hoy en día no puedo vivir en ninguno de ellos”. Hace unas semanas, su madre, Ludmila, pudo salir de Ucrania para reunirse con él en París.

Con su enorme sonrisa y sus ojos chispeantes, Marsel asegura que tuvo una infancia maravillosa y hoy tiene una vida plena en la treintena. Sin embargo, su historia es una versión condensada de conflictos que se suceden desde hace casi un siglo.

De Palestina a Siria 

En 1948, con la creación del Estado de Israel, Mohamed Zaki Abdo, abuelo de Marsel, un próspero comerciante de Yafa, salió de Palestina para refugiarse en Damasco, Siria. La familia, aunque desarraigada, estaba bien. Vivían en un apartamento grande en el centro de Damasco, “el equivalente a los Campos Elíseos”, comenta Marsel. Mohammed Zaki crió a sus hijos en Damasco, con la idea de que pronto regresarían a su país, Palestina. Mientras tanto, invirtió en la educación de sus hijos. Uno de ellos, Nabil, el padre de Marsel, estudió en Luhansk, Donbass, Ucrania, donde obtuvo un doctorado en ingeniería mecánica. Allí conoció a Ludmila Leonova, también estudiante de ingeniería mecánica.

En 1988, después de sus estudios, Nabil, de raíces palestinas y sirias, y Ludmila, de Ucrania, se fueron a vivir a Damasco. La familia no aceptó la llegada de una extranjera “rusa”, y los dos amantes tuvieron que mudarse a Yarmouk, el distrito de refugiados y refugiadas palestinas, (un distrito mucho más pobre).

Marsel es el segundo hijo de Nabil y Ludmila. Nació en 1992. “Solo tengo recuerdos felices de mi infancia. Mi hermano mayor y yo estábamos mimados. Nos mudábamos mucho. Mi padre enseñaba en la universidad, tenía un estatus envidiable en ese momento, mi madre decidió dedicarse a nosotros y daba clases de piano”.

 

En las escuelas de las Naciones Unidas 

“Pasé toda mi infancia en las escuelas de la ONU, las escuelas de UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para la población Refugiada de Palestina. Fui a varias de ellas. En ese momento, eran las mejores escuelas de Damasco. Teníamos espacio, laboratorios de química, talleres de dibujo y, sobre todo, maestros palestinos totalmente dedicados a su trabajo. Los sirios más formados envidiaban nuestras escuelas y les hubiera gustado llevar allí a sus hijos”, recuerda Marsel.

De niño, Marsel aprendió a tocar el piano y la guitarra, tocaba en una compañía y solía ir al teatro con sus padres. Fue a teatro y danza clásica durante 9 años y se convirtió en actor infantil. Entre los 8 y 16 años, apareció en 25 anuncios de la televisión siria y actuó en una serie de televisión educativa retransmitida en todo Oriente Medio. Tras terminar el bachillerato, comenzó a estudiar arquitectura. Siete años después, en la universidad, se graduó en el top 10 del país.

La guerra en Siria

Pero la guerra estalló en 2011. “El primer año, sentíamos la guerra un poco lejana. Entonces, nuestro barrio de Damasco fue el primero de la capital en ser atacado. Tuvimos que dejar nuestro piso e ir a la casa de mi tía en el centro de la ciudad. Continué mis estudios, pero mi padre empezó con los primeros síntomas de Alzheimer”.

Un padre enfermo, una guerra y poca esperanza para el futuro. El hermano mayor de Marsel vive en Francia con su pareja, una mujer francesa con quien comparte su vida desde hace varios años: “La guerra otra vez… huir otra vez… Decidimos que papá y mamá se mudarían a Ucrania. Aunque papá nunca había querido solicitar la ciudadanía ucraniana porque siempre había soñado con regresar a Palestina. No fue fácil. Papá, en ese momento, estaba muy impedido por su Alzheimer. No podía hacer nada por sí mismo. Tuvieron que pasar por Líbano. No podía lavarse, comer o hacer las cosas más simples, así que pasó por un infierno en ese viaje. Pero finalmente llegaron a Bila Tserkva, al sur de Kiev. Papá murió unos meses después. No podía soportar el cambio”.

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El padre de Marsel, refugiado palestino en Siria, murió en Ucrania en 2016.

Marsel salió de Damasco después de que sus padres fueran evacuados. Con su pasaporte ucraniano pudo tomar un avión de Líbano a Francia, matricularse en un Máster en Grenoble y convalidar su título de arquitecto. Desde 2017 vive en París, una ciudad que conoce como la palma de su mano. “Todas las calles, las plazas, los restaurantes, lo sé todo. Mejor que la mayoría de los parisinos. También conozco Francia, todos sus rincones. Desde 2016 he visitado 21 países de Europa”.

Guerra en Ucrania, nuevo exilio 

En Ucrania, con su pequeña pensión -unos 40 euros al mes-, la madre de Marsel, Ludmila, vivía como podía con el apoyo de sus dos hijos, que le enviaban dinero. Pero el 24 de febrero de 2022 la guerra volvió a ella. El 28 de febrero, cuatro días después de la invasión rusa, abandonó Bila Tserkva. Tardó cuatro días en llegar a París, pasó interminables horas en la frontera entre Ucrania y Hungría y luego en la estación de trenes de Budapest.

Ahora está en París. “Pude encontrar alojamiento para ella gracias a amigos que no suelen estar en París. En el piso está lo único que realmente necesita… un piano”, dice Marsel. “En unos días obtuvo papeles y ayuda del estado. Recuerdo las dificultades de mis amigos sirios cuando llegaron. No fueron tratados de la misma manera”, recuerda Marsel.

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Ludmila pudo abandonar Ucrania y reunirse con sus hijos en París. Aquí con Marsel, mayo de 2022. Foto/UNRIC.

Hoy Marsel es project manager en un estudio de arquitectura, después de haber trabajado unos años en interiorismo y escenografía para ferias nacionales e internacionales.

Realmente nunca le faltó trabajo y no tuvo que soportar el estatus de refugiado. Primero como estudiante, y luego como empleado, tiene un permiso de residencia válido, aunque cada renovación le ha hecho sudar.

Ahora, en su nuevo puesto como “director de proyectos”, Marsel está trabajando en el diseño de una escuela. Una escuela para un municipio de Ile de France. “Hablo árabe y ruso, mis idiomas paterno y materno. También hablo inglés y francés, cuatro de los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas. Soy un hijo de la solidaridad internacional”.

Marsel sueña con diseñar algún día escuelas para refugiados y refugiadas, escuelas donde los niños y niñas puedan aprender, jugar, crecer y florecer, como el resto de los niños del mundo. Y devolver lo que las escuelas de las Naciones Unidas, las escuelas de UNRWA, han hecho por él.

Más información:

Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA)

UNRIC Info Point – Recursos de las Naciones Unidas

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